Existen varias vías mediante las cuales la microbiota intestinal podría afectar las funciones del sistema nervioso central a diferentes niveles. El estudio del eje microbiota-intestino-cerebro ayuda a explicar cómo la microbiota modula el sistema inmune, el sistema gastrointestinal y el sistema nervioso central.
El concepto de eje intestino-cerebro data de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, a partir de observaciones de científicos de la talla de Darwin, Beaumont o Cannon. Recientemente, con el conocimiento de la importancia de la microbiota en la promoción de la salud, el eje se ha ampliado a microbiota-intestino-cerebro.
Este eje explica cómo la microbiota modula el sistema inmune, el sistema gastrointestinal y el sistema nervioso central (SNC). De las dos primeras se ha hablado, en diversas ocasiones, en otros posts del blog, por lo que nos centraremos en su capacidad para regular el SNC.
La microbiota juega un papel importante en el neurodesarrollo cerebral en edades tempranas de la vida (tanto prenatal como postnatal), que puede tener sus consecuencias en edades posteriores. De esta forma, se ha visto cómo alteraciones de la microbiota pueden verse reflejadas en la percepción del dolor, la reacción al estrés, la neuroquímica y otras alteraciones del eje gastro-cerebral.
Los distintos mecanismos por los que la microbiota puede alterar las funciones del SNC se resumen en la tabla 1. Por todos estos mecanismos, se postula que alteraciones en la microbiota intestinal (sobre todo en edades tempranas, pero también en la adolescencia) puedan contribuir a alteraciones del neurodesarrollo y a enfermedades psiquiátricas en edades posteriores.
Las últimas investigaciones han revelado que la colonización por parte de la microbiota intestinal afecta al desarrollo cerebral de los mamíferos y su comportamiento durante la etapa adulta. A través de mediciones de la actividad motora y del comportamiento relacionado con la ansiedad, se ha demostrado, en ratones, que el proceso de colonización microbiana desencadena unos mecanismos de señalización que afectan a estos circuitos neuronales, por lo que la microbiota intestinal puede influir en el desarrollo cerebral normal y las funciones conductuales.
Asimismo, es posible que la microbiota intestinal sea capaz de modificar la expresión de algunos genes de riesgo o que forme parte de mecanismos que alteran las funciones cognitivas observadas en pacientes con enfermedades gastrointestinales.
La alteración de este eje microbiota-gastro-cerebral podría explicar mecanismos de la patogénesis de ciertas enfermedades cerebrales como el autismo , si bien hoy día su etiología persiste desconocida del todo. En estudios de ratones se ha comprobado como las alteraciones en la microbiota intestinal podrían ser responsables de alteraciones del comportamiento social y que la suplementación con probióticos como B. fragilis, administrados en etapas precoces de la adolescencia en ratones, podría disminuir alteraciones en el comportamiento de los mismos.
La Dra. Jimena Pérez Moreno es Pediatra en el Hospital Gregorio Marañón de Madrid.
(Tomado de: https://www.elprobiotico.com/microbiota-intestino-cerebro/ )